El profesor Luis Ángel Dib recordó el histórico juicio que se le realizó en abril de 1985 a las tres Juntas Militares que gobernaron de facto el país entre 1976 y 1983 y comandaron la dictadura genocida más terrible que vivió la Argentina en su historia
Por Luis Ángel Dib
Edición Diego Adur
Corría el año 1985, el país ya estaba en una incipiente democracia encabezada por el presidente elegido en 1983, Raúl Ricardo Alfonsín, de la UCR. Aquella democracia decidió juzgar a las juntas militares que gobernaron de facto desde 1976 en adelante.
Cinco días después de haber asumido, Alfonsín emitió el decreto 158/83 donde iniciaba las acciones legales correspondientes por los crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado. En ese momento fueron llamados ‘crímenes por excesos en la lucha antisubversiva’, una denominación que hoy podríamos considerar ciertamente negacionista.
Antes de que la dictadura se terminara, la Junta Militar había dictado una ley de autoamnistía que se llamó Ley de Pacificación Nacional, donde prácticamente se decía que todos a los que se llamaban desaparecidos estaban muertos y que los crímenes cometidos quedaban para ser juzgados por la historia y por Dios. Se perdonaba todo. Era algo típico que en las dictaduras ocurriera eso.
Sin embargo, los crímenes de lesa humanidad, llamados filosóficamente de mal absoluto, no podían prescribir bajo ningún punto de vista. Por eso se juzgó. Y muchos de los defensores de genocidas de aquellos tiempos utilizaron el argumento que no podían juzgarlos por aquella ley que perdonaba todo, por más de que ya estaba derogada
El 22 de abril de 1985 se inició este juicio. El poder que aún tenían los militares logró que el juicio no sea transmitido públicamente. Se juzgaron a las tres juntas militares: la primera con Videla, Massera y Agosti (1976-1980); luego Viola, Lambruschini y Graffigna (1980-1981); y por último, Galtieri, Anaya y Lami Dozo (1981-1982).
Pasaron más de 700 testigos que llegaron de todas partes del país y del extranjero. En el transcurrir de las audiencias pudo conocerse la base principal de cómo había actuado el Terrorismo de Estado. Fue histórico.
Sentenciaron con cadena perpetua a Videla, Massera y Viola. Hubo penas menores para los militares de la Fuerza Aérea, por ejemplo Agosti fue condenado a 7 años de prisión, e incluso hubo absoluciones para Galtieri, Anaya y Lami Dozo. Lo más importante es que se visibilizó una parte terrible de todo ese horror. En ese histórico juicio surgió la frase Nunca Más, que fue un consenso de la democracia y la condena definitiva al Terrorismo de Estado.